Como un Telémaco maduro, Alex Margulis desanda en este libro el transitado camino del héroe en busca del padre ausente. Los términos se invierten. De país en país, entre ciudades e idiomas, el perseguido se vuelve pródigo y el perseguidor su presa. El trabajo con los recuerdos se une a la construcción de la esperanza: también ella puede ser meta para el huérfano. En el filo de lo real y lo ficticio, el autor crea magistralmente un espacio donde la palabra, la acción de poner obstinadamente a prueba su eficacia, se postula como el único acto que vacía la mochila del resentimiento y de la pena. Cuando los vínculos reales fracasan, el lenguaje es un buen y bello artificio para inventar el amor.