Esos ratitos muertos que quieres llenar cuando vas en el transporte público, en una sala de espera, o,
por qué no, en la peluquería. Echas mano al móvil pero, en el mismo bolso te encuentras con este libro,
que no ocupa mucho espacio como tampoco ocupa mucho tiempo leer sus historias, eso sí, con cierta
concentración que, si no, puedes no enterarte de qué iba la cosa.
Entre parada y parada del autobús te has leído una que puede te arranque una sonrisa, o no.
Entretener con la palabra escrita. Sin más.