Miró al frente y sus miradas se cruzaron. La chica escribió algo en la nota, se levantó y la dejó clavada en el cerezo que había en el centro de la cafetería. Leo nunca había dejado una nota en aquel árbol, pero pensó que ésta podía ser una ocasión especial. Cogió una nota y escribió:
Hasta que la lluvia nos empape.
Se levantó y se dirigió hacia el árbol. Sabía exactamente dónde tenía que dejarla, nunca dejaba nada al azar. Su sorpresa llegó al leer la nota de la chica:
Hasta que la lluvia nos empape. A
En ese momento, su mundo se desordenó.