Desde tiempos inmemoriales, la noche ha evocado el respeto del ser humano. Quizá como metáfora de cuanto nos es desconocido, es adorada y temida tanto en los cultos paganos como en los religiosos. En lo sobrenatural de la noche, los esqueletos salen a bailar, los criminales cometen sus fechorías y hasta los pasos de un ratón se convierten en una figurada sentencia de muerte.