El mundo de Johan Winters es, como el de otros tantos niños encerrados en cuerpos de adultos, un océano calmado de rutinas y relaciones que no sabe gestionar. Aún habiendo conseguido un puesto destacado en el mundo de la salud mental, solo es capaz de encontrarse a si mismo en cada blíster y en cada botella que cae en sus manos. Por si fuera poco, su padre, muerto años atrás, le visita como un espectro Dickensiano para hacer lo que hizo durante toda su vida: criticar su estilo de vida.
«Por medio de una prosa tan cruda como enérgica y rica en matices, Johan nos propone un enajenado viaje a la cara oculta de la Luna, un descenso fáustico a los misterios de nuestras emociones y, por ende, a lo que significa ser humano.»
Rubén Abella