La sociedad actual está llena de prejuicios raciales, los cuales siguen en auge, debido a los diversos actores que ejercen presión para que estos se difundan con más rapidez, entre ellos; profesores, periodistas, políticos, comediantes o líderes religiosos. La migración como tal, no genera por sí misma, el odio o rechazo de una comunidad en particular. Son las circunstancias contextuales — políticas o económicas — las que sirven como combustible para encender el rechazo y la animadversión hacia aquellos que son racializados como inferiores por la supremacía blanca u otras formas de supremacías.