En los versos de Francisco Layna nunca se dice lo que esperaríamos que se dijera. Un verso no conduce a otro supeditado al anterior o congruente con él, sino a uno distante
y distinto, aparecido como aparece en una fiesta alguien a quien no se ha invitado. (Eduardo Moga)
Layna engarza realidades imposibles, pero a las que él insufla aliento en el poema; y en él crecen, lúcidas y oscuras, exactas, palpitantes. (Antonio Ortega)