Estos relatos nos muestran una serie de hombres en derribo, sepulcros sin cal, donde solo quedan sombras de almas perdidas en el desierto de la doliente realidad.
Espíritus deformes y desubicados, esperando la oferta terapéutica del pacto con Mefistófeles, que nunca llega. Son ánimas quebradizas, de colores desvaídos y condición errática.
Almas disociadas y alienadas, pero bellas, en su rareza única. Cómo no pescar esos axolotls o ajolotes tan delicados, mitad peces y mitad anfibios, hermanastros políticos de la salamandra tigre.
Así he calado el trasmallo, intentando atrapar la mayor variedad de almas desportilladas. Teniendo siempre presente dos premisas literarias: La verdad es un pescado muerto en la cubierta de una barca.