En un lugar de la costa, cuyo nombre es Disfrutona, un viejecillo taimado planea robar el manto que Anita Delgado, maharaní de Kapurthala, regaló a la Virgen de la Victoria. ¿Para venderlo? Nada más lejos de la realidad. Digamos que es para evitar la dignidad del tedio. Además, las monjas que lo custodian quieren deshacerse del manto, pues consideran que Anita renegó de la verdadera fe. Al final todo se complica por la intervención del Servicio de Inteligencia de la Armada, un grupo de mafiosos de la coca y una facción de neopacifistas, descendientes espirituales de Gandhi a su manera.