Beatriz Funes empieza a experimentar el mal desde el mismo momento en el que recibe en herencia la casa de su tía en Cabo de Palos, junto con un colgante egipcio.
El peligro acecha desde el primer día que llega al pueblo. ¿De dónde proviene? Viene de la entrometida Violeta, la mujer que cuidaba a su tía fallecida o de algo más oscuro y misterioso. ¿Dónde están las hojas que faltan del diario de su tía? ¿Las visiones extrañas que padece de desiertos lejanos son el presagio del mal, de una maldición ancestral, o están intentando advertirle de algún peligro todavía por llegar?
La amenaza va tomando forma entre la oscuridad de la casa al caer la noche, convirtiéndose en una realidad cada vez más mortífera. Beatriz solo puede recurrir a un solitario niño, al amor que florece en su corazón por el padre del niño y a un viejo marinero para ayudarla a desentrañar el misterio antes de que sea demasiado tarde.