He vivido y crecido en varios países, eso me ha permitido conocer diversas culturas y darme cuenta de que, por muy diferentes que creamos ser, todos formamos parte de un mismo mundo y compartimos los mismos sentimientos y emociones.
La poesía, cuando sale del alma, nos permite transmitir la pureza humana sin fronteras ni tabúes.
Esta humilde obra, un homenaje a la mujer y en honor a la fundación Isabel Enrique, es para mí una expresión de gratitud y servicio a la vida.