«Quizás no sea mala idea recordar aquí que erotismo y literatura se nutren, o deberían hacerlo, de alimentos similares: de la fantasía, la imaginación, la memoria o el deseo. Y eso es justo lo que sucede en esta antología, donde los olores y sabores de la palabra se amalgaman con los del cuerpo, de igual modo que se funden en el mismo barro dos amantes ávidos, glotones, que una y otra vez se exploran y buscan el placer del otro, el vértigo, la huida obstinada hacia la eternidad. Ni más ni menos».
Adolfo Gilaberte