“Louise emite señales que indican una evidente fractura interior. Muestra una sexualidad que promete melosas densidades, pero al final se vuelve inexpresiva, incluso literalmente absurda. Como si su cuerpo fuera un vehículo accidentado que ha quedado inmóvil con la bocina conectada. Pita con entusiasmo, pero sólo habla de tragedias. Deja entrever el miedo a expresar una sexualidad de la que ella misma pudiera asustarse. Sucumbe al pánico de mostrar una naturaleza capaz de destruir la imagen de generosidad que ha decidido proyectar para conseguir que la quieran de la manera que sea― reflexionaba Alfred cuando se contaban intimidades que inducían al espejismo.”