Tiempo imaginario consta de cuatro partes: Vida. Empieza con el poema “El río sin mí” (esperando al padre) donde el autor usa la metáfora continuada para aludir al río como sustituto del progenitor: Quisiera ser valle atento a tu caudal desenfrenado, / roca golpeada por tus azotes de insidia, / caer contigo, desplomados ambos / en idílica cascada. La segunda parte Desamor. Ruilópez juega con el amor como un ámbito de combate: Lloras, / ¿no sabías que los vapores etílicos / perseguían nuestro azar / cuando subíamos sin red / a los andamios de la fiesta? La tercera parte, Ciudad, el autor compara la ciudad como un espacio geográfico de misterio: ¿Qué abandono de ciudad fue aquella / que te dejó así, muda y sin testigos, / olvidada en sus arrabales / que te herían con su andrajo? La cuarta parte, Multipletes. Personas entrañables para el autor a las que hace homenaje en sus versos mostrando ese nivel energético que manifiesta en cariñosas líneas espectrales que las hacen muy próximas. Elevadas torres / que se funden en el horizonte / sin saber la culpa, / sin inclinarse apenas. Con un lenguaje sugerente, a veces intimista, el autor va desde lo más próximo a lo global. No intenta cambiar el mundo, solamente expresar sus emociones a través de la poesía como vehículo para estos mensajes.