Las lágrimas en el whisky son aquellas que una vez que brotan de
los ojos uno cree que en ellas se condensan la vida, los anhelos y los
sueños.
Habitualmente se dice, y se ha consolidado, el dicho de “beber para
olvidar” al referirse a la bebida como un escape, una huida, un olvido.
Pienso que es todo lo contrario, es beber para recordar, para
volver, para reencontrarse con lo que quedó atrás y añoras. Beber,
catar whisky tiene una parte sensorial muy ligada a los sentimientos
y a los recuerdos.
Cada cata de whisky es genuina, diferente, cambiante. Es una subjetividad
que nada en un océano de sentimientos y de ahí, su relación
intensa con la poesía, dos caminos convergentes donde, aparte de las
emociones, el tiempo es fundamental.