Desde una profundidad íntima y política, este libro se revela como una carta que aborda múltiples pérdidas: la de un vínculo fraterno compartido en un mismo espacio, en una misma vida, la de una tierra originaria y sobre todo la pérdida de una niñez. La voz narradora se asoma con cautela a un mundo que desatiende la realidad de otra voz de infancia, que irrumpe para recordar e interpelar desde el otro lado.