¿Puede el ideario falangista encontrar un nuevo aliento en el siglo XXI? ¿O es acaso un eco que se desvanece sin remedio, confinado en una época pretérita? En un período de crisis política y social, en el que hay continuas apelaciones a la batalla ideológica y donde emerge una renovada conciencia nacional, es legítimo someter a evaluación el modelo político defendido por la Falange, tan desdeñado, cuando no completamente desconocido, pero no por ello obsoleto o carente de interés.
La mejor forma de responder a las preguntas formuladas es acudiendo a las fuentes doctrinales originarias, en concreto a un comentario oficial de los Puntos de Falange elaborado por la Sección Femenina y publicado en los años cuarenta, transcrito íntegramente en