Elogio. Del latín «elogium» y del griego «elegeíon». Con la raíz indoeuropea «leg», remite a una inscripción, generalmente un dístico, escrita sobre una tumba o sobre una imagen con la intención de alabar o elogiar las virtudes o las hazañas del difunto o personaje. De ahí su parentesco semántico con «epitafio» (formada por el prefijo «epí», sobre, y el sustantivo «táphos», tumba) y etimológico con «elegía» (composición poética para lamentar la pérdida de algo o de alguien).
Escuela. Del griego «scholé», literalmente tiempo libre, traducido al latín por «otium», ocio. El término latino «schola» designa el lugar o el establecimiento destinado a la enseñanza.
Escriben: Karen Christine Rechia, Geovana Mendonça Lunardi Mendes, Ana Maria Hoepers Preve, Jan Masschelein, Maarten Simons, Walter Omar Kohan, Inés Dussel, Marta Venceslao, Maximiliano Valerio López, Daina Leyton, Eduardo Malvacini, Luiz Guilherme Augsburger, Juliana de Favere, Caroline Jaques Cubas, David Oubiña, Patrícia de Moraes Lima