Ficha

Manual del Encuadernador, Dorador y Prensista

Anastasio Martín, S. S.

ISBN: 9786501501529
Editorial: Ars Ligatoria / Vimara Editor
Páginas: 348
Género: Arte
IBIC: ARTES
Año: May-2025

Precio

USD24.44

descuentos no aplicados

El arte de la encuadernación tuvo su principio en la transformación del libro en rollo a plano o cuadrado, innovación que introdujeron los romanos y los griegos algunos siglos antes de nuestra Era, y que ellos llamaban códices o libelli. El lujo más extraordinario en las encuadernaciones comenzó a reinar en el siglo IV, pues la preciosidad de los manuscritos adornados con miniaturas así lo requerían. Las tapas se enriquecían con aplicaciones de marfil, esmalte, oro y piedras preciosas. Los libros de los Evangelios y otros libros religiosos eran privilegiados en esta clase de encuadernación. Durante los primeros siglos de la Edad Media, las principales naciones de Europa imitaron el estilo y la suntuosidad de las encuadernaciones de Constantinopla, o bizantinas. Durante los primeros siglos de la Reconquista, empezaron a usarse las llamadas encuadernaciones monacales, por ser ejecutadas por los monjes copistas o miniaturistas. Estaban formadas por sencillas tablas cubiertas con pieles, aprovechando la de toda clase de animales. Ellos fueron también los primeros que empezaron a usar los hierros para gofrar en el siglo XII. La Bibliofilia desde el siglo XVI hasta nuestros días, practicada de una parte por coleccionistas poderosos, célebres hoy, y de otra parte por notables artistas del ramo, hoy famosos, ha dado origen a estilos bien caracterizados; pero anteriormente hubo en España el estilo mudéjar, al que también se ha llamado muzárabe, cuyo gusto cuajó en la encuadernación hispana con carácter típico. El cambio operado con el Renacimiento relegó al olvido el estilo mudéjar, dándose los encuadernadores españoles a imitar los estilos extranjeros, tales como el Grolier, Aldino, Maioli, Le Gascon, Padeloup, Du Seuil, etc. En el siglo XVIII privaron más bien el estilo barroco y los motivos clásicos indistintamente. En la primera mitad del XIX decayó el arte de la encuadernación, tanto en su parte artística como técnica.

El arte de la encuadernación tuvo su principio en la transformación del libro en rollo a plano o cuadrado, innovación que introdujeron los romanos y los griegos algunos siglos antes de nuestra Era, y que ellos llamaban códices o libelli. El lujo más extraordinario en las encuadernaciones comenzó a reinar en el siglo IV, pues la preciosidad de los manuscritos adornados con miniaturas así lo requerían. Las tapas se enriquecían con aplicaciones de marfil, esmalte, oro y piedras preciosas. Los libros de los Evangelios y otros libros religiosos eran privilegiados en esta clase de encuadernación. Durante los primeros siglos de la Edad Media, las principales naciones de Europa imitaron el estilo y la suntuosidad de las encuadernaciones de Constantinopla, o bizantinas. Durante los primeros siglos de la Reconquista, empezaron a usarse las llamadas encuadernaciones monacales, por ser ejecutadas por los monjes copistas o miniaturistas. Estaban formadas por sencillas tablas cubiertas con pieles, aprovechando la de toda clase de animales. Ellos fueron también los primeros que empezaron a usar los hierros para gofrar en el siglo XII. La Bibliofilia desde el siglo XVI hasta nuestros días, practicada de una parte por coleccionistas poderosos, célebres hoy, y de otra parte por notables artistas del ramo, hoy famosos, ha dado origen a estilos bien caracterizados; pero anteriormente hubo en España el estilo mudéjar, al que también se ha llamado muzárabe, cuyo gusto cuajó en la encuadernación hispana con carácter típico. El cambio operado con el Renacimiento relegó al olvido el estilo mudéjar, dándose los encuadernadores españoles a imitar los estilos extranjeros, tales como el Grolier, Aldino, Maioli, Le Gascon, Padeloup, Du Seuil, etc. En el siglo XVIII privaron más bien el estilo barroco y los motivos clásicos indistintamente. En la primera mitad del XIX decayó el arte de la encuadernación, tanto en su parte artística como técnica.