A Yulimar y José Ángel les tocó vivir la amargura de la prueba de manera muy cercana. En medio de esa situación, tomaron la decisión de orar y decirle a Dios que se hiciera su voluntad. No pasó lo que esperaban, y aún así, por segunda ocasión, oraron nuevamente de la misma manera, sabiendo que podían obtener la misma respuesta, pero sucedió un milagro. Un milagro que se renueva cada día: UN MILAGRO QUE DESPIERTA.