No hay recetas para vivir la vida ni para tratar a nuestros hijos.
Hablar de crianza y educación y solo atender a los niños y dar recetas de cómo tendríamos que actuar en estados idealizados (de personas que no tienen situaciones vitales estresantes o dolorosas) es olvidarnos de que somos humanos. De que somos humanos viviendo. De que somos humanos viviendo en relación. Viviendo en relación y en un contexto determinado.
Se nos olvida
que no se pueden contener las emociones
en recetas de cómo proceder
y que copiando los modos de otros
pierdo mi espontaneidad,
mi honestidad.