Fray Martín Escribano, alentado por un sacerdote de la Compañía de Jesús y a causa de unos motivos que, inicialmente, este no quiere desvelarle, se dirige a Villa Miranda: una antigua finca habilitada como negocio de hospedería y ubicada en los montes de Costablanca. A su llegada, un coche patrulla aguarda junto al portón principal a fin de aclarar lo que, aparentemente, se percibe como un fatal accidente. Sin embargo, a lo largo de los días, pequeños detalles del entorno y de sus habitantes, muchos de ellos triviales e irrisorios, irán conformando una inesperada trama en la que tanto lo policial como lo extrasensorial convergen: no solo los particulares, y a veces inexplicables, sucesos acaecidos en aquella casa ubicada en la zona más agreste y solitaria de la sierra, sino también el concreto ministerio eclesiástico que, desde hace años, tomó a su cargo fray Martín Escribano. Accidentes inesperados, crucifijos que desaparecen y el Infierno de Dante como telón de fondo envuelven una historia que, modulando los clásicos parámetros de la novela negra, nos incita a traspasar los linderos que nos protegen de lo sobrenatural.