Entre las muchas razones por las que escribí esta novela hay una fundamental: siempre es bueno creer en el amor. Aunque resulte un tema manido, no está tratado aquí de forma banal, pues pongo voz a muchas emociones escondidas detrás de la discreción, la indiferencia, las normas sociales y la cotidianeidad de la vida. En Los cuatro segundos se narra una historia que pudo haber sido y no fue, pero que en todo momento ha desafiado los códigos de los escépticos para vivir con solvencia entre nosotros, los sentimentales