En las últimas décadas se ha impuesto, incluso entre algunos católicos, una suerte de leyenda rosa sobre Lutero en particular y la ruptura protestante en general. De acuerdo con ella, la revolución luterana habría conllevado efectos mayormente benéficos para Europa y el fraile habría sido un hombre de nobles ideales que, comprometido con la Iglesia católica y atribulado por su corrupción, acometió una reforma que la institución pedía a gritos y que nadie se atrevía a emprender.