La idea de un mundo sin fronteras y de una humanidad por fin unificada no es ciertamente nueva. Lo que sí es nuevo, en este inicio de tercer milenio, es que, por primera vez en su historia, los Occidentales tienen la sensación de que toda la humanidad se ha embarcado en esta vía.
La caída del muro de Berlín en 1989 y el derrumbe del bloque soviético fueron indudablemente factores importantes en esta toma de conciencia de unificación del mundo y de aceleración del proceso a finales de siglo XX. De hecho, fue durante esos años siguientes que aquello que se ha llamado la «mundialización o globalización» se convirtió en objeto de debate recurrente. El triunfo de la democracia sobre el comunismo parecía haber abierto la puerta a una nueva era