Miguel Serrano, en su búsqueda más profunda llegó a encontrar una conexión simbólica que fue encarnada en la Reina de Saba. Dicha deidad femenina, a pesar de mostrarse con diferentes rostros y máscaras, es la máxima expresión del alma en la concepción de lo divino femenino, concebida como iniciadora y reveladora de lo sacro en el hombre.