No debe olvidarse que Cuba sigue siendo un país socialista inmerso en un mundo capitalista. Sin contar ya con el apoyo de la Unión Soviética, ni con el soporte del llamado «socialismo del siglo xxi», la suerte de la Revolución pende de frágiles hilos. Colaborar en enhebrar esos hilos con firmeza para que el legado socialista se aguante en tiempos tan aciagos es quizás la mejor contribución que pretende realizar el autor.