En Ida y vuelta se explora, por un lado, el amor en un pulso entre la alegría por la compañía y las diferentes formas de afrontar las despedidas. Se busca tensar la cuerda entre ambos reflexionando sobre la identidad, las rutinas, el deseo, la temporalidad de las relaciones y el valor relativo de cada experiencia, mediado por las fluctuaciones y el recuerdo. La contemplación, la escritura o la escucha del otro se toman como medios para estar en paz y comprender los procesos de cambio y permanencia. Y es que el paso del tiempo está muy presente en los poemas: los ciclos, la muerte y la resurrección que se dan tanto en la naturaleza como en las relaciones y en el tiempo mismo que nos mide los pasos. Desde ahí, se rinde homenaje al proceso de envejecer, de vivir, donde ninguna experiencia resulta en vano. Así, el poemario, en movimientos de ida y vuelta, da cuenta de una exquisita muestra de sensibilidad, con una apuesta por la emoción y la reflexión introspectiva entre ritmos clásicos y sutiles armonías.