Marta y Tahar estudiantes en París, deciden, después de casarse, hacer un viaje hasta Túnez para conocer a las respectivas familias. A partir de su primer contacto con el Mediterráneo, después de la frontera franco-española, le tendrán de referencia durante la travesía de la península Ibérica y de África del Norte. Para ambos el mar y el tren serán hilos conductores constantes con los que se sentirán seguros. Para Marta se sucederán descubrimientos; sentirá admiración, asombro y a veces frustración qué le harán sospechar de la consistencia inquebrantable de sus ideas personales adquiridas hasta ese momento.