El tiempo es un ser vivo silente y continuo. La familia, una pregunta interminable que mira hacia el tiempo. En _pedres i vent_, la lengua desafía el deseo de que las cosas permanezcan. La voz poética, a veces como una cacofonía de emociones, a veces como un susurro silencioso, nos guía «tierra adentro» y «campo adentro», donde el paisaje de la memoria se despliega en sus detalles más íntimos.
En lo que es casi una carta a las ausencias y a la raíz, Santángelo honra un lugar tan hondo como colectivo. «¿Ya nacimos?» pregunta.
Una promesa de que siempre se puede empezar y partir de la primerísima piedra.