Me llamo María, tengo 30 años y vivo en un cuerpo que va oxidándose y quedándose inmóvil, cada vez más, mientras mi cabeza, perfectamente sana, funciona a demasiadas revoluciones. No se preocupen, que no tengo ninguna intención de ganar el trofeo al sufrimiento. Lo que quiero es contar una historia. Porque puedo elegir entre pasar por esto escondida en un agujero o con la cabeza bien alta y elijo lo segundo.