Estamos frente a una novela valiente y lúcida, en donde el rey Fernando VII confiesa, sin ambages, haber sido el ideólogo y el responsable de una organización criminal, cuyo único fin fue el de asestar, por la espalda y a traición, un golpe mortal a España. De tal modo que con sus intrigas y hechos delictivos impidió que nuestra Nación accediera a la Modernidad. Una Modernidad que le pertenecía por derecho propio.