El narrador reflexiona sobre la naturaleza de la amistad y la vida, señalando que aunque idealmente la amistad debería ser eterna, en la realidad existen amistades breves pero intensas, y otras más largas pero menos apasionadas. Pese a la brevedad de su relato y de su vida, valora haber vivido y pensado, y siente que debemos honrar a quienes vivieron antes que nosotros. Aunque desea vivir plenamente incluso por pocos segundos, le duele la inevitable pérdida de seres queridos. Recuerda una máxima de Hemingway sobre la resistencia humana, cuestionándose su interpretación.