El Nuevo Orden Moral es la utopía restaurada de la izquierda, más o menos en sintonía con los objetivos de disolución de identidades históricas y sumisión global al que aspiran las élites mundialistas. Todo un reto. Por el contrario, la utopía, o, mejor dicho, la no utopía de la derecha tradicional es francamente aburrida, como de felicidad británica en un sábado por la mañana: cuidar del jardín y de la familia y llevarse bien con el vecino. Eso no es bueno en términos propagandísticos porque la vida sin queja ni aventura ni pulsión hacia lo sublime acaba por amodorrarse, y de la pereza y la ociosidad nacen todos los vicios, como todo el mundo sabe.