Veintitrés relatos agridulces, retales del alma humana, poemas con argumentos muy trabajados estilística y léxicamente, con gran riqueza de vocabulario. Las historias tienen un punto surrealista, sorprendente en su capacidad de dar vida a seres inanimados, convirtiéndolos en narradores en primera persona («Dobles», «Dragón», «Cirio desolado»), con especial brillantez cuando aborda a los animales («Abismos»). Retrata con ironía y humor negro a personajes singulares enfrentados a tareas insospechadas («Hutu», «Cambio de ropero»), y despliega talento para contar historias tiernas y luminosas, como «Malenconía», el relato que da título a este libro. El autor propone mundos distópicos y entornos casi oníricos, como «Latitud incierta».