El autor sitúa el origen de los sículos en Europa septentrional, entre el Elba y el Vístula, formando parte de un macrogrupo protoilirio de la época eneolítica, vertiéndose después sobre los Balcanes y posteriormente migrando a Italia en las regiones de Emilia-Romaña, las Marcas, Umbria, Toscana y el Lacio, que era un pago sículo antes del conflicto con los antepasados de los romanos que acabó con su migración, primero a Calabria, y de allí a Sicilia.