<p><span style="color:rgb(0,0,0);">«Ya estoy condenada. Lo estuve desde el día en que salí del vientre de mi madre y le arranqué lágrimas en lugar de una sonrisa».</span></p><p><span style="color:rgb(0,0,0);">La principal atracción del reino de Áragog era su mercado de mujeres, y Aquía, preparada desde su nacimiento para el momento en que sería ofertada, había aceptado su propósito: ser una vendida. Sin embargo, nadie hubiera podido advertirle del quiebre que sucedería cuando conociera al hombre que pagaría por ella.</span></p><p><span style="color:rgb(0,0,0);">«Mi cuerpo lo compró el príncipe maldito, pero mi voluntad no le pertenecía a nadie».</span></p>