“El año de 1917 tuve la suerte de ver a un hada en la habitación de
un niño pequeño, primo mío. Fue una centésima de segundo, pero
la vi. Es decir, la vi... como se ven las cosas puras…” así arranca
Federico García Lorca en una de sus conferencias más conocidas
y, de paso, nos regala el título de esta novela. Años después Luis
Cernuda continúa con la misma idea al escribir: “Un día, allá en la
vega de Granada, nació un niño, a cuyo alumbramiento asistieron
todas las hadas. (…) Se acercó esta última y otorgó al recién nacido
el don de saber vivir”. Es este “saber vivir” el que se asoma, con ojos
alegres y curiosos, por las páginas de
He visto un hada.
Antonio, un futuro médico, para el que todo es nuevo y emocionante,
se aloja en