Toda derrota lleva un luto. El desamor es la mayor de las derrotas cotidianas. El luto solo puede terminar con las preguntas correctas. ¿Adónde va el amor que sentíamos? ¿Adónde se va el nombre que tenemos escrito en la vena? Este poemario abraza ese amor que se quedó solo., el miedo a ser dañada, la desilusión, la negación, la ira… Finalmente, la voz poética llega a una conclusión y acepta lo sucedido después de todo.