A fines de 2001 Argentina se encontraba en una muy profunda crisis institucional, política, social y económica. En menos de dos semanas se sucedieron cinco presidentes, y la gente en la calle pedía “que se vayan todos”, refiriéndose a los integrantes de los tres poderes del Estado. Desde años antes, el colapso de la convertibilidad llevó a la economía a la depresión y a la ruptura de la cadena de pagos, convirtiéndose en la crisis más grave desde los años treinta.