A partir del ejemplo de que todavía existen pueblos que pueden hacerlo y de que vivimos tiempos de calentamiento atmosférico, contaminación del aire por nuevos virus o simplemente personas que son sufocadas por las fuerzas policíacas, Leonardo D’Avila nos invita a comprender las instituciones más arcaicas sobre el espíritu para que sea posible establecer otras relaciones entre la humanidad y su aire o simplemente simbolizarlo.