Casi todo lo que percibimos y conocemos es un acto de comunicación. La Creación es un acto de comunicación, el arte es un acto de comunicación, el conocimiento es un acto de comunicación y el amor, el corazón, es un acto de comunicación.
A través del corazón percibimos cosas y realidades a las que el intelecto no llega. El lenguaje del corazón se plantea en este libro como un canal a través del cual podemos conocer las realidades más humanas y las más trascendentes o eternas.
La afectividad, tan denostada tradicionalmente por filósofos y antropólogos, se presenta aquí como un lenguaje propio que se comunica con los acontecimientos, con las personas y también, ¿por qué no?, con Dios.
En un mundo donde imperan la tecnología y la ciencia, en un mundo materialista y cientificista, el hombre se aferra al lenguaje del corazón, como última tabla de salvación, que le comunica la verdad, el bien y la belleza.