El Corazón de Jesús sigue latiendo. Y late ahora con más intensidad, con más amor que cuando resucitó, porque es corazón humano y sabe que vuelve pronto. Sabe que mucha gente le quiere, y que otros le van a querer pronto. Es Corazón divinizado, y su Resurrección es la mejor prueba. Fue el amor lo que movió a Jesús a esa Victoria sin parangón. Esa Victoria nos llena de esperanza. Ni la enfermedad, ni la muerte, ni el odio, nos podrán separar del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús.